lunes, 3 de diciembre de 2012

Piel Canela

1ª Parte

Salieron del cine riéndose a carcajadas por la película que habían visto, iban por la gasolinera que estaba junto al cine, de camino al parking, cuando de repente una avalancha de Audi’s y BMW’s negros aparecieron de la nada y las rodeó, provocando un gran barullo entre ruidos de motores, sirenas policiales y agentes vestidos con trajes y corbatas también negras, algunos con chalecos antibalas, armados con escopetas o pistolas, que salían de los coches a toda prisa. Ella y Carla se abrazaban como si estuvieran solas ante el peligro, pero un agente de los que no llevaba chaleco las cogió del brazo fuertemente y en menos de un minuto ya estaban a un lado de la gasolinera por detrás de los coches, los demás rodeaban a un hombre que ellas ni siquiera se habían dado cuenta de que estaba ahí cuando pasaban por la gasolinera.

Mientras lo esposaban entre gritos de éste, insultando y haciendo lo imposible por soltarse, el agente que las salvó de la emboscada se presentó como “Agente 4B-1012”. 12 era alto y corpulento (les sacaba al menos dos o tres cabezas a las chicas), con el pelo corto y de punta, engominado y con un moreno no muy marcado, pero con una extraña expresión en su rostro de verdadera preocupación, no era miedo o nervios por lo que acababa de suceder, era algo que venía arrastrando desde hace tiempo.

Las dos amigas aún temblaban del susto cuando 12 les preguntó si habían visto algo sospechoso en ese hombre, si lo conocían de algo o al menos sabían si llevaba mucho tiempo trabajando en esa gasolinera. A todo respondieron que no, los pequeños cuerpecitos delgados de Carla y Canela temblaban como cuando te bañas en el agua fría de la playa en invierno, así que 12 decidió invitarlas a una cafetería cercana, La Imperial preparaba unos churros para morirte, y a esas horas de la noche era lo mejor después de un trabajo bien hecho, sobretodo cuando dos “niñas” se han visto envueltas en una redada de la policía secreta.

Pasaron unas dos horas hasta que se habían recuperado del todo, sonreían e incluso habían entablado amistad con el agente, llamándolo de manera divertida 12 porque era lo único que recordaban. Carla era de piel pálida, con el cabello rubio y muy liso, acorde con unos pequeños ojos azules y brillantes, “muy guapa” decía su amiga, y ésta de piel morena, cabello ondulado y negro como el azabache, y los ojos verdes y penetrantes. Canela la llamaban todos.

Ya no recordaban lo que había sucedido cuando 12 se levantó de la mesa con esa extraña expresión de preocupación: “Tengo que irme”. Se dio media vuelta sin mediar más palabras y salió de La Imperial dejando un billete de 20€ en la barra. Carla y Canela y sus irrefrenables ganas de saber a dónde se dirigía 12 con aquella expresión, digno de unas muchachas de 17 años, lo siguieron por las calles y tan absorto estaba 12 por llegar a su destino que, ni siquiera con su talento de agente secreto, se dio cuenta de que las muchachas lo seguían.

Al fin llegaron a un callejón estrecho y oscuro, 12 dobló la esquina y desapareció de sus vistas. Ellas siguieron caminando hasta doblar la misma esquina y encontrarse con un descampado enorme, unos hombres altos y de raza afroamericana, todos con el pecho desnudo y sudoroso, jugaban en una cancha cercana al baloncesto bajo el radiante sol del mediodía. Sin darse cuenta habían estado caminando durante toda la noche y toda la mañana, miraron al cielo intentando vislumbrar el aro dorado del sol, bajaron la vista deslumbradas y vieron como 12 se metía en una casucha de madera que se caía a cachos, andrajosa y medio podrida. Cruzaron el descampado y acercándose de cuclillas a una ventana medio abierta se asomaron. Allí estaba 12 con su expresión de enorme preocupación más marcada que nunca, junto a dos mujeres, una mayor a la que decían Abuela, envejecida y apenas sin poder abrir los ojos, de pelo cano y enredado en un moño mal hecho, con ropas viejas y rotas, y la otra una chica de a lo mejor uno o dos años más que Carla y Canela, que se parecía además a esta última, piel morena, pelo rizado oscuro, delgada y bajita, pero con la diferencia de tener una mirada amenazante de poder y rabia.