miércoles, 13 de marzo de 2013

El origen de los animales domésticos


Hace mucho tiempo, cuando Dios estaba creando las especies, es decir, a todos los animales que viven en la tierra, Adán, el primer hombre, le dijo a Dios:
- Señor, me encuentro solo, dame un amigo que me haga compañía.
Y Dios llamó al lobo salvaje que corría por el bosque y le dijo que hiciera llamar a su hermano manso, el perro, y lo domesticó para que viviera con el hombre.
        
Adán estuvo viviendo un tiempo con el perro, pero al cabo de unos días llamó otra vez a Dios:
         - Señor, mi perro siente hambre y yo también, dame por favor, un animal que nos dé carne.
         Y Dios, bondadoso, acudió al ciervo, el alimento del lobo en el bosque, y el ciervo le envió a su hermana mansa, la cabra, y la domesticó para que viviera con el hombre y darle su carne.
        
Adán pudo vivir un tiempo con su perro manteniéndose con la carne y la leche de la cabra, pero al cabo de unos días llamó otra vez a Dios:
         - Señor, la carne de la cabra estaba sabrosa, pero necesito un animal más grande, mi perro y yo tenemos el hambre de un león.
         Dios, una vez más, acudió al león y le pidió un búfalo, la carne de la que él se alimentaba, viviendo salvaje en la savanah. En cambio, el león le ofreció a la vaca, que era mansa. Y Dios la domesticó para dársela a Adán.

         Adán y el perro vivieron juntos un tiempo, alimentándose de la carne y la leche que la cabra y la vaca le proporcionaban. Pero al cabo de unos días llamó otra vez a Dios:
         - Señor, he cogido estos huevos de codorniz para alimentarme pero son muy pequeños y esta ave muy salvaje, por lo que rara vez me la encuentro.
         Y Dios hizo llamar a la gallina, que era un ave mayor que la codorniz, y la domesticó para que viviera con el hombre.

Adán pudo vivir mucho tiempo manteniéndose con la carne, la leche y los huevos de los animales que Dios había domesticado para él, pero un día llamó a Dios otra vez:
- Señor, he intentado domesticar al avestruz para que me dé huevos mayores que los de la gallina, pero si lo dejo libre desea escapar y no quedarse conmigo como la gallina.
Y Dios respondió:
- Claro Adán, he creado salvaje al avestruz y aunque tú lo domestiques para que viva contigo, siempre será salvaje en su interior.
- Pero Señor, -dijo Adán- he intentado domesticar a la serpiente para que viva conmigo pero si la dejo libre me intenta atacar.
Y Dios respondió:
- Claro Adán, he creado salvaje a la serpiente y aunque tú la domestiques para que viva contigo, siempre será salvaje en su interior.
- Pero Señor, -replicó Adán- he intentado domesticar al ave para que cante para mi pero si lo dejo libre, desea escapar.
Y Dios respondió:
-Claro Adán, he creado a las aves salvajes y aunque tú las encierres en jaulas, siempre serán salvajes en su interior.

Y Adán comprendió que Dios había domesticado muchos animales para él para que le hicieran la vida más fácil, como: el perro, la cabra, la vaca, la gallina… que necesitaban al hombre para que les diera cobijo y alimento.
         Pero también comprendió que había otros muchos animales que vivían felices siendo salvajes, sin el hombre, en los bosques, selvas, desiertos… y que aunque el hombre los atrapara y domesticase, seguirían siendo salvajes en su interior, como lo eran: el lobo, el león, el ciervo y todas las aves y los animales del mar.


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